Cuando tenía 29 años, junto a mi esposa, emprendimos un desafío único, incomparable y de mucha fe. Veníamos de un país privilegiado con respecto al mover de Dios y una iglesia popularmente activa con eventos masivos y la palabra de Dios repercutiendo por todos lados.
Sin embargo, cuando llegamos a España en el año 2000, nos encontramos en un país apático hacia las cosas de Dios, quien solo era recordado tradicionalmente en fechas específicas, con congregaciones pequeñas y mucha indiferencia espiritual. Por lo tanto, la forma de evangelización tenía que ser diferente a lo que conocíamos y fue ahí donde tuvimos que cambiar estrategias, pero no el diseño ni la visión.
El apóstol Aníbal, quien en ese tiempo era el pastor de la iglesia en Rosario, siempre se caracterizó por trabajar con grupos de personas influenciando desde jóvenes hasta personas mayores para levantar un liderazgo dentro de las congregaciones. Entendemos que Dios le dio esa gracia y nuestro apóstol fue obediente y coherente con esa asignación. Respecto a mí, esta forma de trabajar con la gente la entendí mediante la palabra en Juan 5:19 cuando Jesús dijo: lo que vi hacer al padre eso hago. Aunque en mi adolescencia y juventud no fui todo lo que se esperaba de mí, siempre entendí que en mí había un liderazgo, solo tenía que canalizarlo y ponerlo a trabajar para el Reino de Dios.
Cuando en el mes de abril de aquel 2004 comenzamos nuestro ministerio pastoral aquí en Barcelona, nos dimos cuenta de que para llegar a más gente teníamos que crear una gran red. Si solo teníamos una caña de pescar en las manos la pesca sería muy lenta, pero con una red podríamos hacer el trabajo de manera más efectiva y rápida.
Comenzamos a trabajar formando y preparando gente para ese trabajo y comenzamos a enseñarles con nuestro ejemplo y con el conocimiento de la palabra de Dios. Fuimos y somos conscientes de que no existe una fórmula mágica o una simple regla de tres para hacer la obra de Dios, él nos prepara por medio de hombres y mujeres que se levantan como padres para cumplir su obra y, hoy en día, estamos viendo el fruto de ese trabajo de siembra y formación con congregaciones que siguen imitando el modelo. Nosotros activamos a gente que Dios puso en nuestras manos para que su gracia y su llamado se manifiesten en su Reino.
Sabemos que este trabajo no tiene fecha de caducidad, por el contrario, es un trabajo que se va perfeccionando para que todo el ministerio pueda desarrollarse de acuerdo a la voluntad del Padre.
En esta revista, ustedes encontrarán testimonios y vivencias de gente que aceptó el reto de creer a Dios, creer a su palabra y ser renovado en su entendimiento para dejar que el Señor cumpla su propósito en cada uno de ellos. Hoy estamos cumpliendo 20 años de pastorado aquí en España, Pero sabemos que solo hemos logrado un pequeño porcentaje de todo lo que Dios quiere hacer. Seguiremos siéndole fieles a Dios, a su palabra, a nuestros apóstoles y a la visión y el diseño Que Dios les entregó, y estoy convencido de que llegaremos hasta lo último de la Tierra.
Alejandro Ghione
Apóstol
