Todos los seres humanos tenemos aspiraciones, deseos, metas, algunas más grandes, otras más accesibles; pero todos queremos lo mismo, avanzar, crecer, enriquecerse y, ahora más que nunca, ser visibles en el mundo a través de las plataformas digitales y redes sociales.
Estas aspiraciones no son incorrectas, primero porque es lo que Dios le dijo al hombre en Génesis 1, tenemos capacidad y tenemos habilidad; en el origen, Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, un ser sin límites igual a él. En segundo lugar, estas aspiraciones no son incorrectas, porque la biblia me enseña que mi destino es crecer siempre: de gloria en gloria, de poder en poder y de triunfo en triunfo; bíblicamente no estoy llamado para estar en la misma situación o condición siempre, Dios como padre siempre anhela que el ser humano se desarrolle y crezca sin límites.
Estas palabras son muy emocionantes y motivadoras, pero para muchos estas también son inalcanzables y hasta pueden provocar un cierto rechazo al leerlas; porque se ven incapaces de crecer, o avanzar, como si estuviesen paralizados, llegando al conformismo.
Cuando se le pregunta a un niño qué quiere ser de mayor, esa persona comienza a soñar, imaginar y describirlo todo con muchos detalles; él no piensa cómo lo hará, solo comienza a soñar y, lo más poderoso de todo, es que él ya se ve en el futuro.
¿Por qué le pasa esto a un niño
y no a un adulto?
El niño tiene la capacidad de soñar e imaginar intacta, él no sabe cómo llegará, no sabe cuánto esfuerzo le supondrá, no está pensando en cuánto tiene que invertir; él solo ve realizado lo que quiere en lo más profundo de su ser, y lo cree, pondrá todo su empeño y habilidad comunicativa para explicar lo que será de mayor y jamás pensará que no lo va a lograr porque, aparte de tener intacta su creencia, lo que no tiene es miedo a los riesgos.
Esta capacidad de ver lo que no se ve está al alcance de todos, nacemos con esto. Unos pueden decir que es una locura, pero nosotros, que creemos, decimos que es poder de Dios operando en las personas que han entendido qué es la fe. La fe te lleva a creer y el creer te lleva a formar convicciones dentro tuyo. El niño cree lo que se le dice y lo espera como algo real y cierto.
En la biblia hay un relato de un profeta que tuvo que orar por su siervo. Este veía a los enemigos que estaban sobre ellos y que la situación era desesperante, pero el profeta sabía que Dios no desamparaba a su pueblo y que la palabra de Dios se cumpliría antes que los enemigos llegasen a ellos. El profeta le pidió a Dios que abriera los ojos del siervo para que viera lo que él veía.
En otro relato bíblico, encontramos al profeta Ezequiel en medio de un valle de huesos secos; Dios le preguntó qué veía y la respuesta fue que solo veía huesos. En ocasiones nosotros no podemos ver lo que Dios ve, porque vemos sin fe, solo con limitaciones humanas y no con el poder de Dios.
En Génesis 13, Dios le habla a Abrahán diciendo: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente; Porque toda la tierra que veía se la daré a él y a su descendencia para siempre.
En estos ejemplos, resaltamos la importancia de nuestra visión, vemos a través de los ojos naturales o vemos a través de los ojos de la experiencia. La experiencia te puede menguar la fe; podemos ver muerte, podemos ver enemigos o podemos ver oportunidades que afectarán a todo lo que me rodea.
Entender que la fe nos lleva a ver lo que Dios habla, nos abre un panorama de una vida sin limitaciones; esto siempre y cuando logremos mantener intacta nuestra imagen como la de un niño que cree sin tener temor a los riesgos, manteniendo siempre la confianza en Dios.
Jesús le dijo:
¿No te he dicho que si crees,
verás la gloria de Dios?
Juan 11:40
La palabra de Dios nos enseña que el creer mantiene intacta nuestra esencia, nuestra visión y nuestra expectativa de una vida de propósito.
Animo a todos a que jamás dejen de creer porque así jamás dejarán de crecer.
Zulma Ramírez Sosa
Profeta