En todos estos años amando a Dios y haciendo su palabra, el apóstol Alejandro y yo hemos vivido un sinfín tanto de adversidades como de milagros hasta que aprendimos a vivir por lo que creíamos. Entendimos que Dios nos había llamado para hacer su obra y afectar en el tiempo, esto es, no trabajar solo por una generación, sino hacerlo por generaciones.
Dios nos reveló esto a través de la vida de Abraham cuando Él le dijo en Génesis 22:18 que en su simiente serían benditas todas las naciones de la tierra por cuanto había obedecido a su voz. Dios no le habló de un tiempo en concreto, sino que le mostró que la bendición que tenía en su interior podía llegar a influenciar en el tiempo presente, pero también en el futuro a muchas otras familias.
Cuando uno quiere construir algo que afecte a miles de generaciones debe tener claridad de cuánto tiempo quiere que perdure la edificación. Esto implica tener una visión, es decir, saber comprender y ver lo que Dios quiere hacer en medio de los tiempos.
Esta visión determinará el tiempo que se dedicará para la construcción, los materiales que se utilizarán, la proyección que se tendrá y, sobre todo, la dedicación y formación que se invertirá en la gente.
>>> Crear mis propios diseños no es lo mismo que cumplir el diseño de Dios.
El que hace su propio diseño marcará su fin porque la gloria del hombre es como la flor hierba del campo que se termina secando y no beneficia a nadie (1 Pedro 1:24).
Cuando uno interpreta el diseño de Dios no piensa en hacer planos para sí mismo ni para una sola generación, sino que trabaja en establecer fuerte los fundamentos construyendo bases para que no haya que restaurar vidas continuamente, sino que generación tras generación sea afirmada y siga sobreedificando sobre un cimiento sólido.
Entender esto es un desafío si se tiene una visión corta. Un padre que no entiende un plano; ¿cómo introducirá a sus hijos en su ejecución?, Noé le tuvo que mostrar a sus hijos lo que se debía hacer con el arca, pero si él no lo entendía primero perjudicaría el destino de su descendencia. El tamaño y diseño del arca le daban la estabilidad y la capacidad necesarias para resistir la presión del tiempo que venía. Noé pudo interpretar lo que Dios quería hacer sin distraerse por la gente que lo miraba y no creía porque al creer en Dios entendió lo que pasaría en los días siguientes.
>>> Dios confía en que lo podemos hacer bien.
Para interpretar un plano, primero se debe entender el diseño y segundo creer en ese diseño. Aquí interviene la obra poderosa del Espíritu Santo porque él toma lo del padre y nos lo hace saber para que sepamos lo que se nos ha concedido (1 Corintios 2:10-12).
Dios tiene sus Diseños y llama a hombres para ejecutar tan grandes obras.
Éxodo 25:40 Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.
Éxodo 25:9 Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.
>>> Un padre generoso delega trabajo a su hijo.
Interpretar es dar a entender y eso lo hace solo un padre. David siempre quiso construirle casa a Jehová y lo preparó todo para hacerlo, pero Dios le habló y le dijo que él no llevaría a cabo esa obra, sino que lo haría su hijo Salomón. Qué generosidad podemos percibir por parte del rey David en 1 Crónicas 28 que teniéndolo todo extendió los planos a su hijo para que la próxima generación participara de la obra.

La interpretación correcta de lo que Dios quiere hacer en su iglesia no es para gente conflictiva que tiene problemas emocionales sin resolver, por el contrario, es para gente de FE definida en cuanto a propósito que no tiene letra en su interior, sino Espíritu y vida.
La visión, la fe y la guía del Espíritu Santo nos harán interpretar los planos de los diseños de Dios y la generosidad nos hará trabajar en conjunto con las próximas generaciones para continuar la obra.
Zulma Ramírez Sosa