Hace cuatro años Dios puso un anhelo en mi corazón: que era necesario salir de mi comodidad para ir a predicar la palabra de Dios. En ese tiempo, una persona me invitó a acompañarla a una reunión en Tarragona. Recuerdo que sentí que podría ser una carga, pero simplemente oré a Dios y él me respondió: “No lo veas como una carga, sino como un deleite”. Desde ese día, Tarragona se convirtió en un desafío grande a partir del cual Dios comenzó a obrar y hacer cambios en mi vida, ya que entendí que yo soy la portadora de las buenas nuevas de salvación a esa tierra.
Estos viajes fueron progresando y avanzando, uniéndose más personas a estos, comencé a viajar cada 15 días con mucha ilusión y muchos retos.
Recuerdo que un día llegué a ese lugar y me encontré con una mujer que tenía muchas carencias espirituales, sin embargo, ella tenía un inmenso deseo de conocer a Dios. Hoy en día es una mujer cambiada y transformada por la palabra de Dios y es de mucha influencia a otras mujeres que, como ella, tenían falta de identidad. Ahora todas ellas son mujeres de fe que creen firmemente que Dios las escogió para un propósito.

Creemos por muchas más familias que se establezcan en el Reino de Dios. Esta obra no es obra del hombre porque nació en el corazón de Dios.
Incluso ahora hay muchos sueños por cumplir, pero lo que Dios comenzó lo seguirá perfeccionando hasta el final. Creo que Tarragona es de Cristo y que se levantarán hombres y mujeres en ese lugar conforme al corazón de Dios.
Doy gracias a Dios por mi familia, por apoyarme y, a nuestros apóstoles Alejandro y Zulma Ghione, por acompañarme en este camino, pero por sobre todo a Dios, por proveer todo para que el evangelio se siga predicando hasta lo último de la tierra.

Xiomara Paz